El problema de Buenos Aires, como el de otras ciudades, no es el de la falta de planificación. Por un lado, hay tradiciones de planeamiento que han hecho de Buenos Aires una ciudad atractiva al mundo y a los propios porteños: la forma de articulación de las calles y avenidas que permite el desarrollo de una ciudad integradora, de calidad urbana, expresada en parques públicos, edificios emblemáticos, una tradición arquitectónica singular, un espacio público integrador de una sociedad de inmigración. Esta tradición sigue y se ha renovado en una cantidad de proyectos. Pero por otro, y en particular desde los años 1970, hubo un tipo de decisiones que optó por un tipo de desarrollo basado en la prioridad a la velocidad de los vehículos, la segregación de funciones, la impermeabilización de espacios cada vez mayor, el avance sobre la costa del Río de la Plata y la especulación con límites cada vez más difusos.

Códigos de planeamiento sin ambigüedades ni superposición normativa. Hoy conviven dos “códigos”. Marco legal a favor del crecimiento sustentable y no a la especulación:

Utilizar las regulaciones edilicias y los terrenos disponibles para potenciar la vivienda social.

Una política de revisión/reglamentación del nuevo código urbanístico aprobado sin un modelo territorial ni una actualización del plan urbano ambiental como lo prevé la ley.

Una política de desplazamientos urbanos combinada con los planes de urbanismo, de modo de evitar gastos ineficientes y rupturas urbanas como las generadas por las intervenciones recientes en materia de viaductos y autopistas “paseo”.

Vivienda social como parte global de la estrategia de desarrollo.

Hábitat: derecho a una vivienda digna que no sea inalcanzable para la mayoría:

Una estrategia de financiamiento que combine recursos públicos y ahorro privado

Políticas crediticias concretas que faciliten el acceso a la primera vivienda, que tenga en cuenta criterios de amortización realistas. Instrumentos adecuados para distintos grupos de población (jóvenes, madres solteras, tercera edad, etc).

Promoción de las cooperativas de vivienda, basada en la normativa local y en la experiencia internacional (por ejemplo, Uruguay).

Una política energética para la ciudad, tanto en el abastecimiento a través de fuentes alternativas como en criterios para un consumo racional y menos dependiente de energías fósiles:

 Incentivo y realización de campañas para concientizar sobre el consumo racional. Ejemplos: balance térmico en las nuevas construcciones, comisión de estándares en consumo energético de electrodomésticos